martes, 1 de mayo de 2012

LA LIBERALIZACIÓN COMERCIAL EN AMÉRICA LATINA


1.       Una Aproximación Teórica.

La Liberalización Comercial significa[1] o lleva implícita una serie de políticas económicas que pretenden lograr una reducción de las barreras comerciales en un país, con el fin de incrementar las exportaciones e importaciones con el resto del mundo. Estas barreras comerciales pueden ser tanto arancelarias como no arancelarias, entre ellas pueden mencionarse las cuotas de importación, los subsidios a la exportación, las barreras administrativas, el control de estándares entre otras.

Existen criterios teóricos al respecto, como por ejemplo el contenido según la teoría clásica del comercio internacional quien como defensora del libre comercio, establece que la liberación permitiría a los países aprovechar sus ventajas absolutas (Adam Smith) y sus ventajas comparativas (David Ricardo), aumentando la eficiencia y el bienestar de los países. No obstante, ha sido criticada con el argumento que la aplicación de este modelo provoca consecuencias a lo interno de los países como las pérdidas de puestos de trabajo, mayor desigualdad regional y la desaparición de industrias nacientes.

2.       La Liberalización y Desarrollo Económico.

Según lo plantea Jenkins[2], el argumento subyacente para la firma de tratados comerciales es la especialización en la producción; y el desaliento a barreras comerciales conlleva a una producción más eficiente pudiendo otorgar beneficios a nivel nacional por tres motivos: 1) Eficiencia en la Asignación: La liberación comercial permite que los países de especialicen en la producción de aquellos bienes en los que poseen ventaja comparativa aumentando su PBI; 2) Eficiencia por competencia: puesto que el comercio crea riqueza exponiendo a las empresas nacionales a la competencia extranjera, forzándolas a innovar y hacerse más eficientes; y 3) Eficiencia importada: puesto que la apertura de inversión extranjera o la importación de tecnología puede aportar métodos y procesos productivos más eficientes; entre ellos la instalación de plantas en los países menos desarrollados.

Este autor nos plantea que la relación entre crecimiento económico y liberalización, en nuestros países se puede explicar por el incremento de las tasas de crecimiento en los años 90 en comparación con los años 80, este incremento implica una mejora en el desempeño económico (comercio e inversión). Muestra que la liberalización implicó un cambio en la asignación de recursos en distintas actividades económicas, pero que en principio implicó una disminución productiva en México y Argentina fundamentalmente en el sector manufacturero, lo cual forzó a concluir que una consecuencia de la liberalización es el descenso inmediato de productividad del sector que antes fue protegido, implicando además que no existe efecto positivo a largo plazo, lo que no ocurrió con otros sectores como el transporte de carga que gracias a esta liberalización aumentó considerablemente.

3.       La Liberalización y las Políticas de Integración.

En América Latina existen varios intentos de integración, ahora bien, según Frambes Budexa[3], todos los procesos integradores han estado fundamentados en la ampliación del comercio regional o intentos de coordinar la producción económica bajo dos modelos o tendencias: Una de ellas es la Teoría Neo Liberal de la Integración que pretende la liberalización del comercio, eliminación de aranceles y demás obstáculos al comercio regional; y la segunda es La Teoría Dirigista o Estructural de la Integración, que pretende la participación sustancial del Estado en la economía en busca de una mayor planificación de la producción, presente en los Argumentos Cepalianos enmarcado en las tendencias democratizadoras de la región. En este orden de ideas, extrae que ha tenido mayor potencia la primera (liberalización comercial y tarifaria) y con timidez la idea de confeccionar una política económica común y coordinación de la producción industrial.

Siguiendo a la precitada autora[4], América Latina y el Caribe se ven sometidos a las nuevas transformaciones de la economía global, con dos tendencias básicas: una liberalización y ampliación del comercio en el interior de los bloques económicos como resultado de acuerdos bilaterales, y un incremento del proteccionismo frente a los otros bloques. Su esbozo muestra un cambio paradigmático americano en materia de integración, ya que las experiencias europeas habían reunido países con niveles de desarrollo económico similares como la Unión Europea y los países socialistas de Europa central; o bien los procesos entre países subdesarrollados como ALALC, Pacto Andino, Mercado Común Centroamericano MCCA, CARICOM, ALADI, SELA, Tratado de la Cuenca del Plata, Tratado de Cooperación Amazónico y el Mercosur.

Plantea que los modelos latinoamericanos y caribeños de integración comenzaron como alternativas de desarrollo frente al estancamiento que sufrió la región en los años 50 y 60. De igual manera, perseguían la neutralización de la inestabilidad sociopolítica regional y como alternativa a la revolución cubana al menos hasta 1974, cuando la integración es definitivamente descartada como opción y estrategia principal de desarrollo; luego de la crisis petrolera se gestan bloques regionales con una veloz dinámica integracionista sobre todo en América del Norte, Europa y Asia, siguiendo México y los países de la Cuenca del Caribe se integraron cada vez más a la economía y política norteamericana.

En su panorama, muestra que en los centros industriales (EEUU, Europa, Japón) la revolución tecnológica produjo una reorganización y enorme aumento de productividad, tanto de la gerencia como de los sistemas fabriles. Atinando en predecir que mientras esto ocurre podemos ver el creciente deterioro de las economías sub desarrolladas y su consecuencia es que la productividad industrial transferida alguna vez al Tercer Mundo sea retirada para ser nuevamente producida en los propios centros industriales, implantando mayor marginación del Caribe, América Latina y otras partes del Tercer Mundo de la nueva división internacional del trabajo.

En 1993, el Congreso de EEUU ratificó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), formalmente comenzó a estrenarse otro modelo de integración entre países con estructuras económicas asimétricas, ejemplo práctico de integración entre economías desarrolladas y subdesarrolladas. Este se constituye en el cuarto tipo de integración ya que el tercer tipo es el de países socialistas cuya adhesión se basa en una condición ideológica común y de protección contra el sistema capitalista.

En la caracterización histórica reciente de América Latina ésta autora afirma que la integración casi siempre cobra impulso en períodos de escasez financiera para el desarrollo, por ejemplo cuando los precios de productos primarios descienden marcadamente y el proteccionismo de los países industriales aumenta (caso 1960-73 y luego de 1984-94). Y se desdibuja de las políticas durante el liberalismo económico de fáciles y abundantes créditos y precios altos en los productos primarios de exportación (1974-1982); a lo cual podemos añadirle, que en materia de integración de nuestros países, han tomado fuerza las actuales señas de búsqueda de estabilización económica y del régimen democrático como dosis ideológica convergente entre los países del bloque.

4.       Liberalización en América Latina en los años 80 y 90.

Según el estudio realizado por Agosin y Ftrench-Davis[5], sobre algunos países latinoamericanos para el logro del crecimiento económico y la transformación productiva enfatizando en sus experiencias de los años 80; ni la formación del capital, ni la productividad global han manifestado un desempeño satisfactorio. De acuerdo a ello, nuestros países han brindado neutralidad a los incentivos para priorizar al mercado como mecanismo asignador de recursos con la esperanza de orientarlo a las exportaciones.

Plantean que los países latinoamericanos entre los 80 y 90 estuvieron avocados en procesos de liberalización comercial, sin embargo al compararla con los realizados en los países asiáticos critican lo brusco y la no internalización de los gobiernos en construir un aparato productivo dinámico y una poca formación de capital. Esto explica que en estos procesos de bonanza no haya sido posible elevar nuestros potenciales como país y como región.

En esta materia critican no a la política proteccionista de los gobiernos, sino los pocos resultados o beneficios sociales aprovechados, ya que nuestros países fueron contaminados por los intereses de algunos capitalistas privados que buscando enriquecerse construyeron estructuras industriales poco competitivas haciendo a la industria dependiente de la protección nacional y nunca hacia la competitividad internacional. Por esta razón, justifican el fracaso histórico de la medida de sustitución de importaciones porque ésta para ser exitosa debía procurar un aumento en la productividad y aumento de las exportaciones, que debía ser más significativo que la sustitución. En otras palabras, la competencia internacional debe generar (previo incentivo de la economía) aumentos de producción (sin que implique salarios bajos, subsidios o exenciones tributarias); a esto lo llama conversión productiva.

Las grandes imperfecciones en la aplicación del modelo radicaron en: a) una apertura sin contraparte; b) perseguía ventajas comparativas estáticas y ganancias a corto plazo sin innovación tecnológica; c) propició apreciaciones cambiarias y altas tasas de interés, que desestimularon la inversión y concentraron los recursos en inversiones financieras.

Conforme a estos parámetros, establecen que hubiese sido más efectivo liberalizar importaciones después de alcanzar un crecimiento sostenible de las exportaciones y una transformación del aparato productivo, ya que para el caso de Argentina, Colombia, Perú y Venezuela la opción de fomentar las exportaciones primero y liberalizar las importaciones después ya fue explícitamente descartadas, la liberación cuando ocurrió en la década del 90 distó mucho de exhibir un comportamiento dinámico. Para el caso de Chile, Bolivia y México, éstos liberalizaron sus importaciones sin dar otro apoyo a las exportaciones que no fuese la depreciación cambiaria.

En esta fórmula del desarrollo plantean que las políticas de sustitución de importaciones debieron ser selectivas (por sectores de la economía), para evitar las desviaciones en la neutralidad de su aplicación. Esta selectividad implicaba también dar incentivos (de varios tipos como los subsidios y los créditos mediante la creación cronograma de un rango de acción decreciente en el tiempo una vez logrado el objetivo para evitar la dependencia del gobierno y los posibles abusos) para lograr en primer término cubrir la demanda local y crear el excedente con miras a la exportación y la industrialización eficiente.

Plantean que el incentivo industrial debía ir encausado a créditos que propendieran a: créditos comerciales (a empresas existentes y con un objeto social claro) mejoramiento de infraestructura física y social, adquisición de tecnología internacional, entre otras. Lo cual forzosamente nos indica la imposibilidad de acometer una política económica sin la previa coordinación del Estado con los sectores productivos en funcionamiento; de igual manera, muestra que tampoco pueden crearse al momento nuevas elites empresariales o nuevas formas de asociación ya que al no tener la experiencia, el capital, ni los recursos imposible les sería salir airosos en este proceso.

5.       El Control Cambiario como medida de equilibrio.

Respecto a la experiencia en la política cambiaria critican que históricamente se ha demostrado que ésta no es sustituto de las políticas anti inflacionarias, excepto claro, en el corto plazo. Sin embargo, el tipo de cambio es una herramienta indispensable para la transformación productiva con equilibrio externo.

Este elemento, el control de cambio, es un tema que como bien lo prevén los precitados autores forman parte de las herramientas para mantener el equilibrio económico, éste ha sido empleado prácticamente en forma permanente en países como Venezuela[6], que a partir del 18 de febrero de 1983 (viernes negro), eliminó la libre convertibilidad del bolívar frente al dólar norteamericano, durante el último año de gobierno de Luis Herrera Campíns, régimen que rompió con la tradición última de libre convertibilidad de la moneda, allí se creó  la Oficina del Régimen de Cambios Diferenciales, RECADI, para administrar las acreencias externas de la República y del sector privado, se legisló sobre las remesas del sector público y de los poderes del Estado al exterior así como remesas a estudiantes y se congelaron los precios.

Posteriormente, con el triunfo de Carlos Andrés Pérez en 1988 se eliminó la oficina de RECADI y se dio paso a una liberación de los precios del dólar. Para el momento de entrar en vigencia el nuevo esquema cambiario, se determina una paridad nominal del orden de 39,60 Bs/US$ que era exactamente la paridad del mercado libre para el día en que se eliminó el control de cambios, esto implicaba una fuerte devaluación, si se le compara con el tipo de cambio preferencial que estaba vigente de RECADI, fijado en Bs. 14,50 por dólar desde diciembre de 1986, allí el dólar estuvo controlado por el gobierno hasta que en febrero de 2003, cuando el Gobierno del Presidente Hugo Chávez crea la Comisión de Administración de Divisas CADIVI que regula la venta de dólares en el mercado nacional actualmente, que evitar la fuga de divisas, la disminución de las reservas internacionales, la merma en los aportes al fisco, desestabilización del valor externo de la moneda y establece las cuotas de dólares que pueden adquirir los estudiantes, turistas y empresas en Venezolanas para la compra de insumos y productos.

Ahora bien, Argentina es otro de los países que está empleando el modelo de control de cambio, visto en estos últimos dos años con una marcada tendencia a establecer una condición igual a la de Venezuela, esto a los fines de evitar el aumento de la divisa y con ello, proteger a la industrial local. En materia industrial, ha procurado el gobierno de Cristina Fernández dar un gran incentivo a la industria argentina (manufacturera y electrónica) logrando convenios con las empresas transnacionales para la confección de prendas de vestir de marcas internacionales como Timberland, Lacoste, Nike, Adidas, entre otras; e igualmente para el ensamblado de electrónicos como celulares, televisores, monitores, computadores y todo tipo de artefactos electrónicos que ya desde hace más de dos años portan la etiqueta de hecho en tierra del fuego, como una medida para la transferencia de tecnología e incentivar el trabajo y la mano de obra con protección de un salario que aunque no muy alto se encuentra clasificado por la actividad.

En la actualidad, podemos ver que a países como China les ha sido criticada la política gubernamental de no permitir una liberalización comercial. Sin embargo, en la práctica esto ha permitido que éste país tenga el control de su economía, claro ejemplo de una apertura planificada donde se ha conservado la soberanía incluso en las empresas joint venture y la obligación de tener un socio local que controla el poder decisorio.

6.       Conclusiones.

Como bien lo señala FRAMBES BUDEXA, no se puede continuar repitiendo, década tras década, variantes de los mismos esquemas de libre comercio de la década de los cincuenta. Es preciso activarnos en materia de inversión, industrialización de la agricultura, apoyo económico y modelos de desarrollo capitalista alternos, coincidiendo en que sin cambios sociales no podrá darse una integración que produzca calidad de vida y desarrollo económico para América Latina y el Caribe.

Según lo expresado por Agosin y Ftrench-Davis, el fracaso de la medida de sustitución de importaciones en nuestros países no se debe a la medida en sí, sino a la poca sapiencia de los gobernantes de turno porque ésta para ser exitosa debía buscar un aumento en la productividad y aumento de las exportaciones como elemento más significativo que la misma sustitución, para aumentar la economía interna y auto sustentar el consumo.

Autores como Jenkins han establecido que efectivamente pueden observarse incrementos de actividad comercial en algunos sectores cuando se realiza una liberalización comercial, tal es el caso del transporte. Sin embargo, permite entender en su análisis que una liberalización debe ser sectorizada para producir beneficios en áreas específicas y evitar la destrucción total de otros sectores, para ello debe haber una política de agrupación de los sectores de la economía para concertar la forma en que se activarán en la competencia de mercado.

Es conveniente entender que las medidas del desarrollo o el desarrollo planificado obedecen a lógicas diferentes dependiendo del país donde se apliquen, ya que para alcanzar economías sólidas deben protegerse sectores claves y permitir la inversión extranjera en otros, pero dependerá de los patrones históricos y culturales de cada país su forma de implementación para hacerla efectiva.

Como bien lo ha planteado Agosin y Ftrench-Davis en países como Argentina en la actualidad la protección a la producción nacional y los incentivos a las exportaciones son pilares de una estrategia de desarrollo hacia adentro que hacen más factible una transformación productiva. No obstante, estos deben estar precedidos de una planificación temporal y gradual y con un incentivo para la exportación. No hay ganadores específicos, para ello se debe buscar la protección por sectores, en forma gradual o temporal, no de forma definitiva.

Es importante para alcanzar una armonía hacia adentro una vez empleada la liberalización comercial, lograr la conversión productiva, que involucra la aplicación de programas laborales que aumenten los beneficios y capacitación, así como invertir en infraestructura física y social para lograr la perdurabilidad de los beneficios obtenidos.

Autor: Antonio Tadeo Abche Morón
Buenos Aires, Argentina, 1 de Mayo del 2012
Artículo de Opinión presentado ante el Seminario Política Industrial Mercosur, dictado por el Licenciado Roberto Dario Pons, en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. 
Agosto - Diciembre 2011.


[1] GALINDO MARTÍN, Miguel Ángel. Dir. (2008). Diccionario de Economía Aplicada. Política económica, economía mundial y estructura económica. Diccionario de Economía y Empresas. Editorial del Economista, Gobierno de España. Madrid, España.
[2]JENKINS, Rhyos O. (2008). Ambiente e Industria en México. Tendencias, Regulación y Comportamiento Empresarial. Editores Alfonso Mercado García., Colegio de México, Centro de Estudios Económicos. México DF.
[3] FRAMBES BUDEXA, Aline. (1993). Teorías Sobre La Integración Aplicables a la Unificación de los Países Latinoamericanos. Política y Cultura. Revista REDALYC. Número 002. Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, México DF. Páginas 269 -306.
[4] FRAMBES BUDEXA, Aline. (1994). La integración subordinada en América Latina. Revista Nueva Sociedad Nº 133, Septiembre – Octubre de 1994. Páginas. 152-163.
[5] AGOSÍN, Manuel R. y FTRENCH-DAVIS, Ricardo. (1993). La Liberación Comercial en América Latina. Revista de la CEPAL Nº 50.  Agosto de 1993.  Páginas  41 – 62. 
[6] CADAL. Venezuela: La Reelección de Chávez. Democracia en las Américas. Centro Para La Apertura y El Desarrollo de América Latína CADAL. Año 1. Número 7. Diciembre 2006.