1.
Una Aproximación Teórica.
La Liberalización Comercial significa[1] o
lleva implícita una serie de políticas económicas que pretenden lograr una
reducción de las barreras comerciales en un país, con el fin de incrementar las
exportaciones e importaciones con el resto del mundo. Estas barreras
comerciales pueden ser tanto arancelarias como no arancelarias, entre ellas
pueden mencionarse las cuotas de importación, los subsidios a la exportación,
las barreras administrativas, el control de estándares entre otras.
Existen criterios teóricos al respecto, como por ejemplo el contenido según
la teoría clásica del comercio internacional quien como defensora del libre
comercio, establece que la liberación permitiría a los países aprovechar sus
ventajas absolutas (Adam Smith) y sus ventajas comparativas (David Ricardo),
aumentando la eficiencia y el bienestar de los países. No obstante, ha sido
criticada con el argumento que la aplicación de este modelo provoca
consecuencias a lo interno de los países como las pérdidas de puestos de
trabajo, mayor desigualdad regional y la desaparición de industrias nacientes.
2. La Liberalización
y Desarrollo Económico.
Según lo plantea Jenkins[2], el argumento
subyacente para la firma de tratados comerciales es la especialización en la
producción; y el desaliento a barreras comerciales conlleva a una
producción más eficiente pudiendo otorgar beneficios a nivel nacional por tres
motivos: 1) Eficiencia en la Asignación: La liberación comercial permite que
los países de especialicen en la producción de aquellos bienes en los que
poseen ventaja comparativa aumentando su PBI; 2) Eficiencia por competencia:
puesto que el comercio crea riqueza exponiendo a las empresas nacionales a la
competencia extranjera, forzándolas a innovar y hacerse más eficientes; y 3)
Eficiencia importada: puesto que la apertura de inversión extranjera o la
importación de tecnología puede aportar métodos y procesos productivos más
eficientes; entre ellos la instalación de plantas en los países menos desarrollados.
Este autor nos plantea que la relación entre crecimiento económico y
liberalización, en nuestros países se puede explicar por el incremento de las
tasas de crecimiento en los años 90 en comparación con los años 80, este
incremento implica una mejora en el desempeño económico (comercio e inversión).
Muestra que la liberalización implicó un cambio en la asignación de recursos en
distintas actividades económicas, pero que en principio implicó una disminución
productiva en México y Argentina fundamentalmente en el sector manufacturero,
lo cual forzó a concluir que una consecuencia de la liberalización es el
descenso inmediato de productividad del sector que antes fue protegido,
implicando además que no existe efecto positivo a largo plazo, lo que no ocurrió
con otros sectores como el transporte de carga que gracias a esta
liberalización aumentó considerablemente.
3. La Liberalización
y las Políticas de Integración.
En América Latina existen varios intentos de integración, ahora bien, según
Frambes Budexa[3],
todos los procesos integradores han estado fundamentados en la ampliación del comercio regional o
intentos de coordinar la producción económica bajo dos modelos o
tendencias: Una de ellas es la Teoría Neo
Liberal de la Integración que pretende la liberalización del comercio,
eliminación de aranceles y demás obstáculos al comercio regional; y la segunda
es La Teoría Dirigista o Estructural de
la Integración, que pretende la participación sustancial del Estado en la
economía en busca de una mayor planificación de la producción, presente en los Argumentos Cepalianos enmarcado en las
tendencias democratizadoras de la región. En este orden de ideas, extrae que ha
tenido mayor potencia la primera (liberalización comercial y tarifaria) y con
timidez la idea de confeccionar una política económica común y coordinación de
la producción industrial.
Siguiendo a la precitada autora[4], América
Latina y el Caribe se ven sometidos a las nuevas transformaciones de la
economía global, con dos tendencias básicas: una liberalización y ampliación del comercio en el interior de los
bloques económicos como resultado de acuerdos bilaterales, y un incremento
del proteccionismo frente a los otros bloques. Su esbozo muestra un cambio
paradigmático americano en materia de integración, ya que las experiencias
europeas habían reunido países con
niveles de desarrollo económico similares como la Unión Europea y los países
socialistas de Europa central; o bien los procesos
entre países subdesarrollados como ALALC, Pacto Andino, Mercado Común
Centroamericano MCCA, CARICOM, ALADI, SELA, Tratado de la Cuenca del
Plata, Tratado de Cooperación Amazónico y el Mercosur.
Plantea que los modelos latinoamericanos y caribeños de integración
comenzaron como alternativas de desarrollo frente al estancamiento que sufrió
la región en los años 50 y 60. De igual manera, perseguían la neutralización de
la inestabilidad sociopolítica regional y como alternativa a la revolución
cubana al menos hasta 1974, cuando la
integración es definitivamente descartada como opción y estrategia principal de
desarrollo; luego de la crisis petrolera se gestan bloques regionales con
una veloz dinámica integracionista sobre todo en América del Norte, Europa y
Asia, siguiendo México y los países de la Cuenca del Caribe se integraron cada
vez más a la economía y política norteamericana.
En su panorama, muestra que en los centros industriales (EEUU, Europa,
Japón) la revolución tecnológica produjo una reorganización y enorme aumento de
productividad, tanto de la gerencia como de los sistemas fabriles. Atinando en
predecir que mientras esto ocurre podemos ver el creciente deterioro de las economías
sub desarrolladas y su consecuencia es que la productividad industrial transferida
alguna vez al Tercer Mundo sea retirada para ser nuevamente producida en los
propios centros industriales, implantando mayor marginación del Caribe, América
Latina y otras partes del Tercer Mundo de la nueva división internacional del
trabajo.
En 1993, el Congreso de EEUU ratificó el Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN), formalmente comenzó a estrenarse otro modelo de integración entre países con
estructuras económicas asimétricas, ejemplo práctico de integración entre
economías desarrolladas y subdesarrolladas. Este se constituye en el cuarto
tipo de integración ya que el tercer tipo es el de países socialistas cuya
adhesión se basa en una condición ideológica común y de protección contra el
sistema capitalista.
En la caracterización histórica reciente de América Latina ésta autora
afirma que la integración casi siempre cobra impulso en períodos de escasez
financiera para el desarrollo, por ejemplo cuando los precios de productos
primarios descienden marcadamente y el proteccionismo de los países industriales
aumenta (caso 1960-73 y luego de 1984-94). Y se desdibuja de las políticas durante
el liberalismo económico de fáciles y abundantes créditos y precios altos en
los productos primarios de exportación (1974-1982); a lo cual podemos añadirle,
que en materia de integración de nuestros países, han tomado fuerza las
actuales señas de búsqueda de estabilización económica y del régimen
democrático como dosis ideológica convergente entre los países del bloque.
4. Liberalización en
América Latina en los años 80 y 90.
Según el estudio realizado por Agosin y Ftrench-Davis[5],
sobre algunos países latinoamericanos para el logro del crecimiento económico y
la transformación productiva enfatizando en sus experiencias de los años 80; ni
la formación del capital, ni la productividad global han manifestado un
desempeño satisfactorio. De acuerdo a ello, nuestros países han brindado
neutralidad a los incentivos para priorizar al mercado como mecanismo asignador
de recursos con la esperanza de orientarlo a las exportaciones.
Plantean que los países latinoamericanos entre los 80 y 90 estuvieron
avocados en procesos de liberalización
comercial, sin embargo al compararla con los realizados en los países
asiáticos critican lo brusco y la no internalización de los gobiernos en
construir un aparato productivo dinámico y una poca formación de capital. Esto
explica que en estos procesos de bonanza no haya sido posible elevar nuestros
potenciales como país y como región.
En esta materia critican no a la política proteccionista de los gobiernos,
sino los pocos resultados o beneficios sociales aprovechados, ya que nuestros
países fueron contaminados por los intereses de algunos capitalistas privados
que buscando enriquecerse construyeron estructuras industriales poco
competitivas haciendo a la industria dependiente de la protección nacional y
nunca hacia la competitividad internacional. Por esta razón, justifican el fracaso histórico de la medida
de sustitución de importaciones porque ésta para ser exitosa debía procurar un
aumento en la productividad y aumento de las exportaciones, que debía ser más
significativo que la sustitución. En otras palabras, la competencia
internacional debe generar (previo incentivo de la economía) aumentos de
producción (sin que implique salarios bajos, subsidios o exenciones tributarias);
a esto lo llama conversión productiva.
Las grandes imperfecciones en la aplicación del modelo radicaron en: a) una
apertura sin contraparte; b) perseguía ventajas comparativas estáticas y
ganancias a corto plazo sin innovación tecnológica; c) propició apreciaciones
cambiarias y altas tasas de interés, que desestimularon la inversión y
concentraron los recursos en inversiones financieras.
Conforme a estos parámetros, establecen que hubiese sido más efectivo liberalizar importaciones después de alcanzar
un crecimiento sostenible de las exportaciones y una transformación del aparato
productivo, ya que para el caso de Argentina, Colombia, Perú y Venezuela la
opción de fomentar las exportaciones primero y liberalizar las importaciones
después ya fue explícitamente descartadas, la liberación cuando ocurrió en la
década del 90 distó mucho de exhibir un comportamiento dinámico. Para el caso
de Chile, Bolivia y México, éstos liberalizaron sus importaciones sin dar otro
apoyo a las exportaciones que no fuese la depreciación cambiaria.
En esta fórmula del desarrollo plantean que las políticas de sustitución de
importaciones debieron ser selectivas (por sectores de la economía), para
evitar las desviaciones en la neutralidad de su aplicación. Esta selectividad
implicaba también dar incentivos (de varios tipos como los subsidios y los
créditos mediante la creación cronograma de un rango de acción decreciente en
el tiempo una vez logrado el objetivo para evitar la dependencia del gobierno y
los posibles abusos) para lograr en primer término cubrir la demanda local y
crear el excedente con miras a la exportación y la industrialización eficiente.
Plantean que el incentivo industrial debía ir encausado a créditos que
propendieran a: créditos comerciales (a empresas existentes y con un objeto
social claro) mejoramiento de infraestructura física y social, adquisición de
tecnología internacional, entre otras. Lo cual forzosamente nos indica la
imposibilidad de acometer una política económica sin la previa coordinación del
Estado con los sectores productivos en funcionamiento; de igual manera, muestra
que tampoco pueden crearse al momento nuevas elites empresariales o nuevas
formas de asociación ya que al no tener la experiencia, el capital, ni los
recursos imposible les sería salir airosos en este proceso.
5. El Control
Cambiario como medida de equilibrio.
Respecto a la experiencia en la política cambiaria critican que
históricamente se ha demostrado que ésta no es sustituto de las políticas anti
inflacionarias, excepto claro, en el corto plazo. Sin embargo, el tipo de
cambio es una herramienta indispensable para la transformación productiva con
equilibrio externo.
Este elemento, el control de cambio,
es un tema que como bien lo prevén los precitados autores forman parte de las
herramientas para mantener el equilibrio económico, éste ha sido empleado
prácticamente en forma permanente en países como Venezuela[6],
que a partir del 18 de febrero de 1983 (viernes negro), eliminó la libre convertibilidad del bolívar frente al dólar norteamericano, durante el último
año de gobierno de Luis Herrera Campíns, régimen que rompió con la
tradición última de libre convertibilidad de la moneda, allí se creó la Oficina del Régimen de Cambios
Diferenciales, RECADI, para administrar las acreencias externas de la República y del sector
privado, se legisló sobre las remesas del sector público y de los poderes del
Estado al exterior así como remesas a estudiantes y se congelaron los precios.
Posteriormente, con el
triunfo de Carlos Andrés Pérez en 1988 se eliminó la
oficina de RECADI y se dio paso a una liberación de los precios del dólar. Para
el momento de entrar en vigencia el nuevo esquema cambiario, se determina una
paridad nominal del orden de 39,60 Bs/US$ que era exactamente la paridad del
mercado libre para el día en que se eliminó el control de cambios, esto
implicaba una fuerte devaluación, si se le compara con el tipo de cambio
preferencial que estaba vigente de RECADI, fijado en Bs. 14,50 por dólar desde
diciembre de 1986, allí el dólar estuvo controlado por el gobierno hasta que en febrero de 2003, cuando el Gobierno
del Presidente Hugo Chávez crea la Comisión de Administración de Divisas CADIVI
que regula la venta de dólares en el mercado nacional actualmente, que evitar
la fuga de divisas, la disminución de las reservas internacionales, la merma en
los aportes al fisco, desestabilización del valor externo de la moneda y
establece las cuotas de dólares que pueden adquirir los estudiantes, turistas y
empresas en Venezolanas para la compra de insumos y
productos.
Ahora bien, Argentina es otro de los países que está empleando el modelo de
control de cambio, visto en estos últimos dos años con una marcada tendencia a
establecer una condición igual a la de Venezuela, esto a los fines de evitar el
aumento de la divisa y con ello, proteger a la industrial local. En materia
industrial, ha procurado el gobierno de Cristina Fernández dar un gran
incentivo a la industria argentina (manufacturera y electrónica) logrando
convenios con las empresas transnacionales para la confección de prendas de
vestir de marcas internacionales como Timberland, Lacoste, Nike, Adidas, entre
otras; e igualmente para el ensamblado de electrónicos como celulares,
televisores, monitores, computadores y todo tipo de artefactos electrónicos que
ya desde hace más de dos años portan la etiqueta de hecho en tierra del fuego,
como una medida para la transferencia de tecnología e incentivar el trabajo y
la mano de obra con protección de un salario que aunque no muy alto se
encuentra clasificado por la actividad.
En la actualidad, podemos ver que a países como China les ha sido criticada
la política gubernamental de no permitir una liberalización comercial. Sin
embargo, en la práctica esto ha permitido que éste país tenga el control de su
economía, claro ejemplo de una apertura planificada donde se ha conservado la
soberanía incluso en las empresas joint venture y la obligación de tener un
socio local que controla el poder decisorio.
6. Conclusiones.
Como bien lo señala FRAMBES
BUDEXA, no se puede continuar repitiendo, década tras
década, variantes de los mismos esquemas de libre comercio de la década de los
cincuenta. Es preciso activarnos en materia de inversión, industrialización de
la agricultura, apoyo económico y modelos de desarrollo capitalista alternos,
coincidiendo en que sin cambios sociales no podrá darse una integración que
produzca calidad de vida y desarrollo económico para América Latina y el
Caribe.
Según lo expresado por Agosin y Ftrench-Davis, el fracaso de la medida de
sustitución de importaciones en nuestros países no se debe a la medida en sí,
sino a la poca sapiencia de los gobernantes de turno porque ésta para ser
exitosa debía buscar un aumento en la productividad y aumento de las exportaciones
como elemento más significativo que la misma sustitución, para aumentar la
economía interna y auto sustentar el consumo.
Autores como Jenkins han establecido que efectivamente pueden observarse
incrementos de actividad comercial en algunos sectores cuando se realiza una
liberalización comercial, tal es el caso del transporte. Sin embargo, permite
entender en su análisis que una liberalización debe ser sectorizada para
producir beneficios en áreas específicas y evitar la destrucción total de otros
sectores, para ello debe haber una política de agrupación de los sectores de la
economía para concertar la forma en que se activarán en la competencia de
mercado.
Es conveniente entender que las medidas del desarrollo o el desarrollo
planificado obedecen a lógicas diferentes dependiendo del país donde se
apliquen, ya que para alcanzar economías sólidas deben protegerse sectores
claves y permitir la inversión extranjera en otros, pero dependerá de los
patrones históricos y culturales de cada país su forma de implementación para
hacerla efectiva.
Como bien lo ha planteado Agosin y Ftrench-Davis en países como Argentina
en la actualidad la protección a la producción nacional y los incentivos a las
exportaciones son pilares de una estrategia de desarrollo hacia adentro que
hacen más factible una transformación productiva. No obstante, estos deben
estar precedidos de una planificación temporal y gradual y con un incentivo
para la exportación. No hay ganadores específicos, para ello se debe buscar la
protección por sectores, en forma gradual o temporal, no de forma definitiva.
Es importante para alcanzar una armonía hacia adentro una vez empleada la
liberalización comercial, lograr la conversión productiva, que involucra la
aplicación de programas laborales que aumenten los beneficios y capacitación,
así como invertir en infraestructura física y social para lograr la
perdurabilidad de los beneficios obtenidos.
Autor: Antonio Tadeo Abche Morón
Buenos Aires, Argentina, 1 de Mayo del 2012
Artículo de Opinión presentado ante el Seminario Política Industrial Mercosur, dictado por el Licenciado Roberto Dario Pons, en la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
Agosto - Diciembre 2011.
[1] GALINDO MARTÍN, Miguel Ángel. Dir.
(2008). Diccionario de Economía
Aplicada. Política económica, economía mundial y estructura económica.
Diccionario de Economía y Empresas. Editorial del Economista, Gobierno de
España. Madrid, España.
[2]JENKINS, Rhyos O. (2008). Ambiente e Industria en México. Tendencias,
Regulación y Comportamiento Empresarial. Editores Alfonso Mercado García.,
Colegio de México, Centro de Estudios Económicos. México DF.
[3] FRAMBES BUDEXA, Aline. (1993). Teorías Sobre La Integración Aplicables a
la Unificación de los Países Latinoamericanos. Política y Cultura. Revista
REDALYC. Número 002. Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, México DF.
Páginas 269 -306.
[4] FRAMBES BUDEXA, Aline. (1994). La integración subordinada en América
Latina. Revista Nueva Sociedad Nº 133, Septiembre – Octubre de 1994.
Páginas. 152-163.
[5] AGOSÍN, Manuel R. y FTRENCH-DAVIS,
Ricardo. (1993). La Liberación Comercial
en América Latina. Revista de la CEPAL Nº 50. Agosto de 1993. Páginas
41 – 62.
[6] CADAL. Venezuela: La Reelección de Chávez. Democracia en las Américas. Centro
Para La Apertura y El Desarrollo de América Latína CADAL. Año 1. Número 7.
Diciembre 2006.
No hay comentarios:
Publicar un comentario